Un nivel por debajo de la autopista hay una carretera que
lleva al pueblo. A los padres no les gusta esa ruta. Prefieren que se vuelva
por la pista que sale de la fábrica azucarera, donde siempre transita algún
conocido y que cogen las jovencitas que buscan admiradores. Los chicos, en
cambio, atajamos por la vereda del arroyo, salvo cuando viene muy crecido. Se tarda
un poco más, pero es más divertido ir brincando y esquivando cada obstáculo.
Hay otra senda, pero hay que meterse en un hoyo, oculto bajo el tronco de un
árbol, que ya solo yo conozco.
Calla la tierra para que no sepan
sus nombres diferentes, ni su extendido idioma,
calla porque trabaja
recibiendo y naciendo:
cuanto muere recoge
como una anciana hambrienta:
todo se pudre en ella,
hasta la sombra,
el rayo,
los duros esqueletos,
el agua, la ceniza,
todo se une al rocío,
a la negra llovizna
de la selva.
Pablo Neruda, frag. El cazador en el bosque
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