jueves, 31 de mayo de 2018

₰9: Tarde para cambiar

Había prometido dinero para el alquiler, algunas rarezas discográficas y una cita con una diosa de Empresariales a cambio de mi alma en cada párrafo de un trabajo original. Casi no hubo tiempo para pulirlo, pero seguro que le ponían buena nota.
Su padre estaría orgulloso y dispuesto a financiarle otro año más. Ya vería cómo venderle un postgrado en el que poder echar el resto. Y si no lograba pronto plaza como profesor, le convencería para preparar oposiciones.
Por eso no puedo comprender que no lo haya presentado aún y continúe jugando al mus en la cafetería de Derecho.

Boceto de una postal de El estudiante de Salamanca de José Espronceda

domingo, 27 de mayo de 2018

₰8: Fuera de juego


Un muchacho miraba hacia un lugar indeterminado. A unos pasos había un balón y otros más allá se intuía la portería, entre dos árboles. Imaginé que estaba concentrado en el disparo, así que guardé silencio. Al cabo de un rato no tuve por menos que preguntar si le pasaba algo. Respondió que esperaba calmarse, no fuera a matar a alguien.
Ante tal extemporánea reacción, me alejé para no suscitar más violencia.
Había llegado a casa cuando me planteé si el joven no estaría entrenando hasta que vio a un conocido, seguramente cercano, querido ... ocultarse en la maleza con alguien inapropiado.




jueves, 17 de mayo de 2018

₰6: "Paquibotes"

Siempre me pareció perturbador que alguien hubiera ideado algo tan absurdo como el elefante suspendido de la telaraña de la cancioncilla infantil. Y no digo nada de su machacona multiplicación.
Un día empecé a pensar en la profusión de improvisadas embarcaciones y su insistencia en remontar cada cresta de mar en pos de una ilusión y me compadecí de la osada desesperación de los paquidermos.


Huevo de pascua

domingo, 13 de mayo de 2018

₰4: Caribdis

Con los años he adaptado algunos temas a mi aire, como el de Caribdis y Escila. Para elegir entre dos malas opciones empleo el más popular “salir de Guatemala” y si no hay alternativa, “entre la espada y la pared”.
Prefiero la roca expuesta al ímpetu de la ola como símbolo de que toda organización, por sólidos que sean sus fundamentos (o gracias a ellos precisamente), tiene en la corrupción su contraparte. No olvidemos que Caribdis, antes de ser castigada, fue una ninfa que quiso ampliar el reino de su padre inundando unas tierras. Una recalificación en toda regla.

* * * * *
₰5: Corrupción
Una vez leídos los cargos, ¿cómo se declara el acusado?
—Insolvente.

Johann Heinrich Füssli 054
Odiseo luchando contra Caribdis y Escila por Heinrich Füssli (1794-1796) 

martes, 8 de mayo de 2018

₰3: La oportunidad

Algunas personas parecen tener algo que las hace irresistibles. El éxito, la fortuna y la genialidad parecen consustanciales a su presencia. Y todos los demás mortales podemos sentirnos orgullosos de presenciar tanta opulencia. Envidias aparte, he escrito un microrrelato que, ... bueno, leélo y opina.

* * * * *
Hubiera sido un gran gesto de generosidad gastar tanto dinero en los cuidados de una persona sin recursos... si no fuera porque en realidad era una parte insignificante de la fortuna que había amasado. El mero hecho de ser rico le había abierto todas las puertas y las ganancias se habían ido acumulando solas. Así que cuando se enteró de que aquella vieja gloria necesitaba un triple trasplante le pareció una buena oportunidad de devolver algo que había robado años atrás, cuando le encargó una serie de inversiones de las que nadie nunca le pidió cuentas. Maldita memoria la suya.
Manos abiertas que quieren agarrar o que se desprenden,
que buscan acercar o expulsan. Siempre ambiguas.
(ilustración inspirada en la portada de una conocida serie)

miércoles, 2 de mayo de 2018

₰2: Espera en Samarra

Un cuento de posible origen persa ha servido de inspiración a distintas formulaciones del mismo tema: el fatalismo ineludible. La primera vez lo leí en la versión de Jorge Luis Borges, pero hay otras versiones (Julio Cortazar) y adaptaciones (Gabriel García Marquez). Mi humilde aportación se me ocurrió cuando preparaba un certificado para una viuda, mientras me iba revelando datos de su difunto marido (que por respeto he modificado). También en este caso he dejado que una ilustración termine el relato.

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El dr. Lloreno recorría Senegal como encargo para un museo de historia natural cuando la recibió por vez primera. Tras observarle un momento propuso que mejor se vieran en otra ocasión. Así podría velar por su salud.
Y aunque le supuso un gran esfuerzo, dejó de fumar.
Su segundo encuentro tuvo lugar en una calle de Tánger. Acababa de llegar y tenía por delante un largo itinerario. En aquella ocasión le recomendó que mejorase su alimentación.
Subía ágil unas escaleras hacia su despacho en Madrid cuando se cruzaron por última vez. Allí le confesara halagada que había merecido la espera.

No es uno de mis mejores dibujos, pero intenta
representar la ambigüedad que imaginaba.