sábado, 20 de febrero de 2016

§61 Etopeya de un calavera

“Las cosas son como son.”
No hace demasiado que extraía una escena con la misma sentencia, que también una madre transmitía a su hijo como legado (El Abuelo que saltó por la ventana y escapó, Felix Herngren, 2013). Esto seguramente ha influido en mi elección de hoy. Pero no voy a ceder (todavía) a la comodidad de repetir argumentos aprovechando la oportunidad que se presenta, sino que trataré de buscar de otra perspectiva, aunque solo sea por puro ejercicio.
Algo parecido hizo Jim Mickle en esta su segunda oportunidad: Stake land (2010).
En primer lugar, no se debería caer en la trampa de lo anecdótico de si los monstruos que aparecen son vampiros, son zombis o son un mestizo de ambos (he encontrado vampizombis y zombipiros, que podrían servir a mi categoría de seres indecidibles). Y esto me recuerda algo que me decía mi padre, gallego de pro: un gallego es una persona que cuando te la encuentras en la escalera no sabes si sube o si baja. Alguno pensará que no hay relación, pero bien sabe el gallego hacia dónde va. El problema es nuestro. Yo lo interpreto de la misma forma: no me quedaría quieto el tiempo suficiente para averiguar qué es en realidad y si cumple con la ortodoxia de unos u otros. Huyes, si puedes, o lo matas, si se deja ¡al gallego no, por Dios!.
El foco de atención debe ponerse en las personas, en concreto, a cómo afrontan la nueva realidad, si pueden llegar a ser más perniciosos que las bestias o si se dejan domeñar por el ímpetu del primer vocero que aparezca. Mister (Nick Damici es también el asaz guionista y, por lo tanto, conocedor de las entrañas del personaje) podría ser uno de esos personajes que se elevan en estas circunstancias. En este caso, por la coherencia de sus convicciones y pese a sus contradicciones y ambigüedades manifiestas —¡hasta podría ser un ortodoncista de Brooklyn! (por la matrícula de su Chevy), con una vida muy convencional. En esto creo se parece bastante al Max de George Miller (Mad Max 2, 1981).
La película se decanta finalmente por retratar al guerrero, al hombre de la frontera, a partir de su código de conducta y desde la perspectiva del que lo recibe, su hijo-aprendiz. Bueno, hasta esta escena, que solo se puede entender en un sentido: el alumno (narrador) ha comprendido que su maestro siempre estuvo observando sus evoluciones, hasta decidir que su labor había concluido.

Escena de Stake Land (2010) de Jim Mickle

Todos tenemos algo de “calaveras”, más o menos. ¡Quién no hace locuras y disparates alguna vez en su vida? ¿Quién no ha hecho versos, quién no ha creído en alguna mujer, quién no se ha dado malos ratos algún día por ella, quién no ha prestado dinero, quién no lo ha debido, quién no ha abandonado alguna cosa que le importase por otra que le gustase, quién no se casa, en fin?… todos lo somos; pero así como no se llama locos sino a aquellos cuya locura no está en armonía con la de los más, así sólo se llama “calaveras” a aquellos cuya serie de acciones continuadas son diferentes de las que los otros tuvieran en iguales casos.
Mariano José de Larra, Los calaveras (1935)
Estoy totalmente de acuerdo con la interpretación que Larra daba de los calaveras, que se puede resumir en algo así como "genio y figura". Por eso no me resulta nada extraño que Mister lleve una colgada al cuello. De hecho es algo muy coherente con la estampa del cazador que llega al poblado y a cambio de mostrar sus trofeos (los colmillos arrancados a sus víctimas son prueba de su utilidad a la comunidad y de la deuda que tienen con él), obtiene provisiones, un trago y el hueco en el lecho de la camarera, antes de proseguir su camino; la obligación de avituallar a los ejércitos, sino de participar en la milicia, es tan antigua como la civilización misma.
Pero cuando llegan a esta parada, el interés de la chica se decanta por Martin en una toma cálidamente iluminada, por contraste con el frío exterior, quien demuestra con estúpido entusiasmo juvenil que es digno sucesor del gran calavera.
Aunque también se podría interpretar como que Mister por fin ha encontrado una niñera sensata dispuesta a cargar con el chavalín (esto es broma, como demuestra la continuación de la película).

__________
San Sebastián era un soldado del ejército romano que llegó a ser jefe de la primera cohorte de la guardia pretoriana en tiempos de Maximiliano. Fue denunciado por ser cristiano y condenado por pertinaz a morir asaeteado. Lo llevaron al estadio y cumplieron la sentencia dándolo por muerto (la imagen más conocida del santo le representa vivo y ensartado). Sin embargo sus amigos descubrieron que estaba aún con vida y lo llevaron a casa de Irene, viuda de Cástulo, otro mártir cristiano. Ella lo mantuvo escondido y le curó sus heridas hasta quedar restablecido.
Sus amigos le aconsejaron ausentarse de Roma a lo que Sebastián se negó, presentándose ante un emperador desconcertado al que reprochó su conducta por perseguir a los cristianos. Maximiliano mandó entonces que lo azotaran hasta morir. Los soldados cumplieron esta vez sin error su misión y tiraron su cuerpo a un lodazal. Los cristianos recogieron sus restos y los enterraron en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre del santo (288).
Su culto está muy extendido, siendo invocado contra la peste y contra los enemigos de la religión. Se le llama el Apolo cristiano y es uno de los santos más representados en el arte. Fuente wikipedia

 
San Sebastián cuidado por Santa Irene (1634-1643)
George de La Tour además de por su forma de iluminar las escenas se caracteriza por su preferencia por los santos asociados a la peste, especialistas en prevenir el contagio y mujeres que curan heridos. Fuente wikipedia

domingo, 14 de febrero de 2016

§60 Convidado de piedra

MUSICOS:
“Mientras en el mundo viva,
no es justo que diga nadie
qué largo me lo fiáis
siendo tan breve el cobrarse.”
Tirso de Molina, El Burlador de Sevilla (1612-25), acto tercero, p.138
Algunas de las mejores historias de Agatha Christie tienen el dudoso mérito de ser tan conocidas por sus adaptaciones cinematográficas que cada vez menos curiosos se acercan al texto para desentrañar la intriga original —y eso que son muy accesibles por extensión, el lenguaje utilizado en las traducciones e incluso precio—. En este caso concreto, habría que añadir el aliciente de que los finales propuestos traicionan la intención de la autora —he leído que una versión rusa y una reciente serie británica respetan su desenlace, pero no he tenido todavía oportunidad de comprobarlo. ¡Animo, pues, a recuperar el hábito de leer antes de ver! o de catar el auténtico, frente al sucedáneo, si lo prefieren—.
Aparte del epílogo, en  Diez Negritos (Peter Collinson, 1974) hay otras evidentes alteraciones de la novela: el escenario principal pasa de una acomodada residencia en una isla británica, a un palacio de lujo oriental en medio del desierto iraní (el hotel Shah Abbas de Isfahan, ciudad donde también se filmaron algunas estampas turísticas de su mezquita) y se introduce una subtrama “española”, tan innecesaria como pintoresca. Supongo que fruto de la cuota exigida en los acuerdos de la coproducción internacional.
En ella Rik Battaglia y Teresa Gimpera se encargan de proveer lo necesario al plan de Mr. Owen (hay un personaje en la novela llamado Isaac Morris, que ejerce similares funciones, también relacionado con el mundo de la delincuencia).
Como si de un cuento de Sherezade se tratase, mágicamente son trasladados a un fresquito atardecer madrileño, con el templo de Debod al fondo —aunque bien pensado, lo que en los sesenta era pura fantasía, hoy puede ser cotidiano—.

Escena de Diez Negritos (1974) de Peter Collinson



No se si por providencia, pero este escenario le añade un nuevo halo de misterio y maldición. Me explico: el templo está situado en un alto, en el que estuvo el Cuartel de la Montaña, donde se produjo un sangriento episodio al inicio de la Guerra Civil española. El 19 de julio del 36 el General Fanjul se hizo fuerte en sus dependencias, con 1500 de sus hombres y un puñado de falangistas, y proclamó el estado de guerra, que fue sofocado casi instantáneamente por tropas leales a la República. 
El edificio, que ya había sido seriamente dañado durante el asalto, recibió en el transcurso de la contienda numerosos impactos por su cercanía a la línea del frente, prácticamente estable desde 1937. Al finalizar la guerra quedaba tan solo un conjunto de ruinas. Posteriormente, ninguno de los proyectos para aprovechar el solar prosperó, hasta que fuera cedido al Ayuntamiento de la capital, que se planteó destinarlo a parque público. Antes de que D. Carlos Arias Navarro lo inaugurara en 1972, se decidió que albergara al templo egipcio “regalado” a España en 1968, como agradecimiento por la ayuda prestada para la preservación de algunos templos de Nubia (principalmente el de Abu Simbel —¡maravilloso, lo juro!—) amenazados por la finalización de las obras de construcción de la presa de Asuán. Además de España y por la misma colaboración, Italia recibió el Templo de Ellesiya (en el Museo Egipcio de Turin), Países Bajos el de Taffa (en el Rijksmuseum van Oudheden, de Leiden) y Estados Unidos, el Templo de Dendur, actualmente en el Metropolitan Museum de Nueva York (donde vimos pescar a Robert Neville en su estanque en Soy Leyenda, Francis Lawrence, 2007).
La reconstrucción se hizo por el método de anastilosis o estudio metódico del ajuste de los elementos de su arquitectura, añadiendo piedra nueva diferenciada para las partes perdidas que, en este caso, se trajo de las canteras de Villamayor, Salamanca.
Aunque los bloques exteriores fueron tratados químicamente para protegerlos y reforzarlos, la contaminación, el clima de Madrid, el vandalismo y otros malos usos han dejado profundas huellas en el monumento.
Ocho negritos viajaron por Devon (¿o Debod?)
Uno se escapó (el general) y quedaron
Siete.”
El templo de Debod se calcula que pudo haber sido erigido hacia el siglo I a. C. para el culto de Amon de Debod e Isis (dioses que no están emparejados en el panteón egipcio). Aunque muy discutible, existe una leyenda que logra relacionarlos: Leonardo da Vinci habría aceptado realizar encargo de retratar a la mujer de Francesco del Giocondo, llamada Mona Lisa, por la coincidencia del anagrama de Amon e Isis (Amon L'Isa). De la unión de los símbolos de la fertilidad masculina y femenina resultaría la (con)fusión de sexos de La Gioconda (Dan Brown, El Codigo da Vinci, Dan Brown, 2003, cap. 26).
Volviendo a la ubicación de la escena, el alto en el que se asienta el templo, y antes el cuartel, era conocido como la Montaña del Príncipe Pío, por su propietario Francisco Pío de Saboya, que la había recibido de Felipe V por su apoyo durante la guerra de Sucesión; como anécdota añadiré que murió ahogado en una presa en 1723. En ella se supone uno de los lugares en que las tropas francesas de Napoleón fusilaron a los sublevados del alzamiento de 1808, suceso inmortalizado por Francisco de Goya.

El 3 de mayo en Madrid, o ''Los fusilamientos''
1814. Óleo sobre lienzo, 268 x 347 cm.
El escenario planteado por el artista no se corresponde, sin embargo, con la zona del Príncipe Pío (aunque tampoco niega que aquí se produjeran). Analizando los perfiles de las torres de las iglesias, así como la puerta monumental, y la disposición de las casas al fondo o en el terraplén a la izquierda, la escena podría estar situada a la salida de la Puerta de la Vega, derribada en 1820, al final de la calle Mayor. La torre más alta podía ser así, la de la iglesia de Santa Cruz, conocida entonces como la "atalaya de Madrid", por ser la más alta de la ciudad y visible en la distancia. La otra, de menor altura, sería la de Santa María la Real, la iglesia de Palacio, y el desmonte contra el que están siendo fusilados, los terrenos cercanos al Palacio, emplazado a la izquierda, fuera de la escena, por lo que Goya pudo haber insinuado así (aquí también), que la muerte de los rebeldes había sido en defensa de la Corona, como en el ataque del 2 de mayo de 1808 en Madrid, o "La lucha con los mamelucos". Fuente Museo del Prado

__________
La decimatio era uno de los máximos castigos aplicados en el ejército romano. La palabra proviene del diezmado de tropas. Se trataba de una medida excepcional que se solía aplicar en casos de extrema cobardía o amotinamiento.
El castigo consistía en aislar a la cohorte seleccionada de la legión amotinada y dividirla en grupos de diez soldados. Dentro de cada grupo se echaba a suertes quién debía ser castigado (independientemente de su rango), el cual debía ser ejecutado por los nueve restantes, generalmente por lapidación o por golpes de vara.
Los supervivientes eran obligados a dormir fuera del campamento de su legión, hecho de gran peligro en época de guerra.
Supuestamente, el castigo debía aleccionar a los soldados supervivientes y a las demás cohortes, pues la muerte podía llegar aleatoriamente, a manos de los propios compañeros. Sin embargo, más habitualmente, la decimatio rompía el espíritu de cuerpo y la unión entre compañeros de armas (ejecutores por sorteo de sus propios hermanos de armas), minando la confianza hacia los comandantes de las legiones que ordenaban tal castigo: el emperador bizantino Mauricio advertía contra los castigos arbitrarios en su obra sobre ciencia militar Strategikon, indicando que hacían más daño que beneficio a la moral de la tropa. Fuente wikipedia

domingo, 7 de febrero de 2016

§59 Catábasis

¡Roto el encanto del himno
que las contenía esclavas,
de nuevo las negras Furias
a Eurídice le arrebatan!
               Poema Orfeo de Vicente Wenceslao Querol

Tenía unos siete años cuando mi padre regaló a mi hermana una postal con una geisha que, dependiendo desde donde la miraras, sonreía y guiñaba un ojo por coquetería o complicidad. Fue la primera vez que me enfrenté a una imagen indecidible. Desde entonces he sentido una gran curiosidad sobre todo lo relacionado con las ilusiones ópticas y los objetos imposibles.
El ascensor pertenece a la categoría (que llamo) de espacios indecidibles. No pertenece a ninguno de los pisos y pertenece a todos. ¡Bien!, se puede considerar como un sistema independiente en virtud de su verticalidad, por oposición a la horizontalidad de los niveles. Y también es cierto que tiene reglas propias. La cortesía dice que se debe ceder el acceso de entrada a las demás personas, salvo en los ascensores, donde se invierte el algoritmo —he introducido intencionadamente este término porque es el que rige el comportamiento del propio aparato— de las normas sociales.
Pero no hay que olvidar lo importante: forma parte del edificio.
Para lograr un funcionamiento más eficaz, los ascensores poseen una memoria que almacena las peticiones de llamada, que atiende priorizando las que responden al sentido de movimiento de la cabina en cada momento. Parece simple, aunque en los hoteles siempre vemos a personas que se empeñan en dar al botón de bajar, cuando en realidad lo que quieren es subir, o viceversa; así se aumenta el caos de pasajeros, sobre todo a la hora del desayuno —esto último, que pensamos todos, bien lo podría haber dicho un habitante de Mundodisco (Terry Pratchett).

Imagen del curioso ascensor llamado paternoster
Dentro del ascensor, también se establecen directrices propias, como renunciar al espacio personal para dar cabida a más viajeros. Cosa que facilita tener un encargado con autoridad suficiente. Recuerdo en especial mi experiencia en el ascensor de las minas de sal de Wieliczka (cerca de Cracovia), en la que descubrí que no tengo atisbo de claustrofobia.
Otro tema es la dilatación del tiempo en el trayecto y la incomodidad de los silencios que, como dice el Capitán, se soluciona con un poco de música.
Volviendo a las fobias, Woody Allen ya había sacado partido del ascensor como vehículo para el descenso a los infiernos o catábasis en Desmontando a Harry (1997).

Escena de Capitán América: El soldado de invierno (2014) de Anthony y Joe Russo

En esta escena (para mi crucial para la película), Nick Furia ejerce de trasunto de Mefistófeles en un monólogo que Samuel L. Jackson recita como si se tratara de un film de Tarantino, mientras bajan al inframundo de Cleveland. De hecho el abuelo bien podría ser el padre de Jules Winnfield (Pulp Fiction, 1994) y la pistola (la Cobra Derringer cabría perfectamente en la fiambrera), la habría heredado de Django (Django desencadenado, 2012) —aunque habla de una Magnum 22, se refiere a la munición, de un calibre pequeño y barato, popular en armas de defensa personal—. 
Sus sibilinos argumentos son los mismos que se utilizaron tras los atentados del 11-S, que han derivado en la renuncia voluntaria de los ciudadanos a parte de sus derechos en pro de la seguridad. El peligro que representa priorizar esta línea de pensamiento es uno de los temas centrales de la película.

Cobra Derringer

Sin embargo, la catábasis debe ir seguida de una anábasis o resurrección para que pueda ser considerada distinta de una simple muerte:
... fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos ...
Credo católico
La imagen de Jesucristo en los infiernos ha constituido uno de los debates más encarnizados de la fe cristiana y origen de algunas herejías, como la de Pelagio. Sin profundizar demasiado, una de las consecuencias de su pensamiento es la definición del "limbo" (medius locus), espacio indecidible, que no es el cielo ni el infierno, que acoge las almas de los nonatos y los que no han cometido pecados personales, pero que, como no han recibido el bautismo, no están libres del pecado original.

__________
El desarrollo del pelagianismo fue posible gracias a la amistad que el heresiarca contrajo en Roma con Celestio, abogado de noble ascendencia y asceta entusiasta. Quien, en su condición de hermano lego, se esforzó por convertir sus máximas prácticas, en principios teóricos que fueron propagados en Roma con éxito.
Tras la entrada de Alarico en Roma (410) embarcó para África del Norte, donde fue acusado por las tesis de su obra Contra traducem peccati (perdida), quintaesencia del pelagianismo:

  • Aun si Adán no hubiera pecado, habría muerto.
  • El pecado de Adán lo perjudicó sólo a él, no a la humanidad entera.
  • Los niños recién nacidos se encuentran en el mismo estado que Adán antes de la caída.
  • La humanidad entera ni murió a través del pecado o de la muerte de Adán, ni resucitó a través de la resurrección de Cristo.
  • La ley mosaica es tan buena guía para el cielo como el Evangelio.
  • Antes de la venida de Cristo hubo hombres que se mantuvieron sin pecado.

Aunque hoy no parezcan demasiado peligrosas, la controversia sobre la Gracia divina y el libre albedrío suponía el ser o no ser para la Iglesia como institución tal y como la conocemos.
El Concilio de Cartago (418) dejaría zanjada la disputa teológica y la Epístola tractoria del papa Zósimo, resumen de la causa, enviada a todos los obispos para su confirmación firmada, no lograron acabar con el movimiento, aunque dieron comienzo a la persecución de sus adeptos hasta su fin, aproximadamente un siglo después.
La figura de Pelagio aparece empleada como macguffin en la película El rey Arturo: La verdadera historia que inspiró la leyenda (Antoine Fuqua, 2004), donde se menciona que fue el mentor del joven Arturo. Fuente wikipedia

[Ahora si, puedo incluir sin peligro la hilarante escena de Woody Allen]