jueves, 31 de mayo de 2018

₰9: Tarde para cambiar

Había prometido dinero para el alquiler, algunas rarezas discográficas y una cita con una diosa de Empresariales a cambio de mi alma en cada párrafo de un trabajo original. Casi no hubo tiempo para pulirlo, pero seguro que le ponían buena nota.
Su padre estaría orgulloso y dispuesto a financiarle otro año más. Ya vería cómo venderle un postgrado en el que poder echar el resto. Y si no lograba pronto plaza como profesor, le convencería para preparar oposiciones.
Por eso no puedo comprender que no lo haya presentado aún y continúe jugando al mus en la cafetería de Derecho.

Boceto de una postal de El estudiante de Salamanca de José Espronceda

2 comentarios:

  1. Al mus se dejó de jugar en el bar de Benigno por orden del Rector magnífico. Sin embargo, aún pudieron jugarse partidas de cartas semiclandestinas junto a la portería, en San Isidro unos años más. Posiblemente no fueron las normas, ni el peligro de excomunión lo que acabaron con ellas, sino internet. Video killed the radio star y mi hija no sabe lo que es rebobinar. El estudiante que dibujas con tanta agudeza, posiblemente ya no existe, o quizás yo, cual ser desactualizado, y que ya hace suyo lo de "o tempora, o mores..", así lo percibo. Muchas gracias, como siempre.

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    1. Se nota que también a ti te afectó aquella prohibición, que como todas, se tradujo acaso en una mudanza hacia otros tugurios más interesantes. Coincido en que el estudiante que esbozo ya no existe (afortunadamente acabó la carrera hace décadas). Pero mi intención era sugerir que, en esencia, el estudiante 2.0 solo es una versión más reciente del estudiante barroco, seguidor avezado del pícaro. ¿Qué será del mundo cuando nuestros descendientes demuestren tanta maldita sensatez? Carpe diem, amigo mío.

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