Un muchacho miraba hacia un lugar indeterminado. A unos
pasos había un balón y otros más allá se intuía la portería, entre dos árboles.
Imaginé que estaba concentrado en el disparo, así que guardé silencio. Al cabo
de un rato no tuve por menos que preguntar si le pasaba algo. Respondió que
esperaba calmarse, no fuera a matar a alguien.
Ante tal extemporánea reacción, me alejé para no suscitar
más violencia.
Había llegado a casa cuando me planteé si el joven no estaría
entrenando hasta que vio a un conocido, seguramente cercano, querido ... ocultarse
en la maleza con alguien inapropiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario