sábado, 12 de diciembre de 2015

§5 El ronqueo del atún

No comas ni ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería.
El Quijote (p. 872)

[Tras reflexionar sobre la misma, he decidido reeditar mis comentarios sobre este corte, que publiqué allá por el 03/05/2015]

No recuerdo la serie que inspira el personaje de Robert McCall y no he encontrado referencias, salvo en alguna televisión autonómica y en cadenas latinoamericanas, por lo que es posible que no se emitiera en el resto de España. Pero está considerada una de las mejores series de su época (1985-89). Su protagonista, Edward Woodward, recogió por su trabajo un Globo de Oro en 1986 (por el que competían series de éxito con actores tan conocidos como John Forsythe, Blake Carrinton de Dinastía; Don Johnson, Sony Crockett de Corrupción en Miami; y Tom Sellec, de Magnum) y fue escogido a los 50 años como uno de los hombres más sexis de Estados Unidos —aunque para mi, su mejor papel fue el de Sargento Howie de El Hombre de Mimbre (Robin Hardy, 1973)—.
La película se sitúa en un tiempo anterior al de la serie y tiene suficientes diferencias con ella para considerarla como una simple precuela (previa, deberíamos decir). Narra la historia de un individuo que ha comenzado de cero y se esfuerza por continuar con su vida de la forma más anónima posible. Pero ésto, que los demás conseguimos con suma facilidad, se antoja casi imposible si está encarnado por Denzel Washington. En serio, lo que hace especial a este personaje es que no puede evitar involucrarse en las vidas de las personas de su entorno, aún a riesgo de perder su precioso estatus de donnadie. Su pasado como sicario de alguna agencia estatal le dejó un vacío interior que prueba a rellenar con esas amistades ocasionales y 100 lecturas obligatorias, que completa como sustituto de su esposa; éstas y otras cosas le acercan mucho al Quijote, uno de los títulos de su lista.
La escena que he seleccionado ilustra la relación Quijote-Sancho que establece con un aspirante a guardia de seguridad, donde el tono condescendiente da las notas de color a una realidad bastante sórdida.

Escena de El Protector (2014) de Antoine Fuqua

El crisp sandwich o chipwich es un bocadillo de pan de molde, que incluye patatas fritas como relleno, muy popular entre los americanos como almuerzo. El resto de sus ingredientes pueden ser los de cualquier otro tipo de emparedado —¡me moría por incluir esta palabra en una entrada sin tener que encerrar a alguien!—. El de atún en lata, en concreto, es un clásico desde los tiempos de la I Guerra Mundial, cuando se revelo ideal como fuente de proteínas para los soldados. The New York Times lo denominó la "quintaesencia" de los sandwiches y el Daily Mail, "la base de los acelerados almuerzos de oficina para toda una generación". Fuente wikipedia
Pero el detalle que llama la atención —ese destello que desata mis reflexiones— es el huesecillo de atún. Lo más curioso del despiece manual del atún, llamado ronqueo por el sonido del manejo del cuchillo contra el espinazo, es que se realiza en función del grado de engrasamiento del músculo y no necesariamente siguiendo partes anatómicas diferenciadas. La parpatana, que abarca desde el collar hasta la mandíbula inferior de los grandes atunes, comienza a ser apreciada en la actualidad como elemento gastronómico. Hasta hace poco pertenecía al desecho que, junto con otras partes de la cabeza, se destinaba a migas para el enlatado más económico, donde pueden encontrarse trazas óseas. Otra de las partes, la ventresca, en cambio, tiene una gran reputación por su textura y sabor. Aunque lo que justamente debe valorarse en primer lugar es la especie del ejemplar al que pertenece la tajada. Las más valoradas son las variedades blanco o bonito del norte (Thunnus alalunga) y rojo o de aleta azul (Thunnus thynnus) con el que los japoneses elaboran el sushi y el sashimi; pueden llegar a pagar miles de euros por ejemplares selectos engordados en tanques salinos. 


Si Ralphie hubiera llevado sorropotún, seguro que habría alabado su progreso, se habían repartido las patatas y luego hubieran ido a hacer running para equilibrar las calorías. El sabor es para el que sabe.

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El bocadillo, según la segunda acepción de la RAE, es un refrigerio que los trabajadores y estudiantes suelen tomar entre el desayuno y la comida, que se compone, según la primera, de un panecillo partido longitudinalmente en dos mitades entre las cuales se colocan alimentos variados; a diferencia del sandwich en el que el pan es del llamado blando o de molde.
Ambos poseen las cinco características de cualquier comida común: fácil de preparar, variado, rápido, cómodo y barato. Se dice que lo que cansa de un bocadillo no es el pan, sino el contenido —mi experiencia me dice que lo que cansa es la monotonía; después de un tiempo, nada más glorioso que un bocadillo de tortilla de patata, y si es la de tu madre, incomparable—.
Probablemente su invento sea tan antiguo como la panificación. El pan plano con el que se elaboran bocadillos como el shawarm o bocadilo turco ya era conocido en el Antiguo Egipto y Sumeria.
En la era precolombina, las poblaciones indígenas ya elaboraban tortillas de maíz. La pupusa, una tortilla gruesa de maíz rellena con uno o más ingredientes, era parte fundamental de la dieta de asentamientos precolombinos, como los quichés en Ahuachapán. 
En España, el bocadillo fue siempre un uso propio de las clases bajas populares (jornaleros y trabajadores) que no tenían el tiempo de parar a comer de otra manera. Su uso fue también muy extendido por el ejército. En las crónicas de Indias está documentado que en 1519 ya se conocía la tortilla de maíz y la tortilla de huevo, tanto en Europa, por los conquistadores españoles, como en América, al menos por los aztecas, quienes las preparaban y vendían en los mercados de Tenochtitlan. Desde el siglo XV los bocadillos, un «chusco» de pan y algo de fiambre, queso, huevo, tomate o cebolla fueron bastante comunes en algunas campañas, dando origen a la palabra «chusquero». 
En el África colonial magrebí, (Tanger, Ceuta y Melilla) se le denominaba tradicionalmente entre la tropa «bocata» por la influencia de la población autóctona. La Real Academia de la Lengua Castellana, ya a finales del siglo XX, la aceptó en su Diccionario: los quintos licenciados llevaban la costumbre de comer «chuscos» de vuelta con ellos; por desgracia, cayó progresivamente en desuso a favor de la más aséptica bocata.
A mediados del siglo XIX se describen fórmulas llamadas choripán en los territorios gauchos de la región de Río de la Plata.
La denominación bocadillo es similar en otros países europeos: en la cocina italiana, a una variante similar se la denomina panino, que emplea dos rebanadas de pan crujiente; en Grecia, el gyro; en Bélgica, mitraillette (metralleta); kanapka en Polonia; se pueden considerar parientes los blinis rusos; sin olvidar los populares kebab, que tienen su origen en Turquía. En la mayoría de los países latinoamericanos se denominan aperitivos, tentempiés, matahambres, emparedados o sánduches a diversas preparaciones usadas como comidas auxiliares.
En Estados Unidos, la tradición del bocadillo se atribuye legendariamente a la ciudad de Seymour, Wisconsin. En 1885 Charlie Nagreen, de quince años, que trabajaba en un puesto de la Feria Estatal, resolvió el problema de sus clientes, que querían pasear por la feria mientras comían: puso un filete de carne picada entre dos panes, dando así lugar a una de sus formas más conocidas: la hamburguesa, aunque desde muy antiguo existen variantes en forma de aro que se denominan roscas.
En Inglaterra, atribuyen su invención a John Montagu, IV conde de Sandwich, que mientras jugaba una partida de cartas pidió que le sirvieran unas rebanadas de roast beef unos panes cortados transversalmente, para poderlos coger con una mano sin mancharse y no por ello dejar de apostar. Fuente wikipedia 

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