lunes, 28 de diciembre de 2015

§52 El pimentero japonés

—En tercer lugar y finalmente, ¡quiero hacer un anuncio!— Pronunció esta última palabra en voz tan alta y tan repentinamente que quienes todavía podían se incorporaron en seguida.—Lamento anunciarles que aunque ciento once años es tiempo demasiado breve para vivir entre ustedes, como ya dije, esto es el fin. Me voy. Los dejo ahora. ¡Adiós!
J.R.R.Tolkien, La comunidad del Anillo, p.25

Escena de Mr. Holmes (2015) de Bill Condon


No voy a descubrir que Sherlock Holmes es uno de los grandes personajes de ficción de todos los tiempos, ni mi predilección por él. Debido a ésta dedico periódicamente un buen tiempo a buscar nuevas (y viejas) figuraciones suyas, sin descartar algunos trasuntos más o menos confesos; aunque me declaro defensor del original no desdeño los apócrifos, ni los interesantes ejercicios de puesta al día que han reverdecido los relatos de sir Arthur Conan Doyle.
Ya teníamos sus peripecias de juventud de El Secreto de la Pirámide (Barry Levinson, 1985), que tiene el honor añadido de ser el primer largometraje con un personaje creado totalmente por ordenador, el caballero de la vidriera (aunque sería más apropiado decir: creado con un ordenador por el entonces trabajador de Lucasfilms John Lasseter, diez años antes de dirigir Toy Story). Pero faltaba un acercamiento al personaje en su vejez, o al menos tras su apogeo, que pudiera esclarecer algunas lagunas, seguramente intencionadas y por ello sublimes, dejadas por el autor. Brechas que han permitido descubrir a lo largo de los años nuevas formas de abordar el mito.
En este punto recuerdo una de mis lecturas obligatorias de estudiante en que se citaba un informe a la Cambridge University Press, que resume la autosuficiente mentalidad victoriana:
No podemos, en esta generación, formular una historia definitiva; pero sí podemos eliminar la historia convencional, y mostrar a qué punto hemos llegado en el trayecto que va de ésta a aquélla, ahora que toda la información es asequible, y que todo problema es susceptible de solución.
Edward Carr, Qué es la Historia, p.9.
El llamado canon holmesiano —también lo he visto llamar sherlockiano— se compone de 4 novelas y 56 relatos, normalmente relatados por el Dr. Watson (solo dos son narrados por Holmes, anteriores a su relación, y cuatro por un narrador onmiscente) que comienzan hacia el centro o al final de la acción (in media res e in extrema res), abruptos y que obligan a la retrospección; esta forma de narrar es muy cinematográfica y moderna (flashbacks) y uno de los aspectos que seguramente más me atraen. Juntos conforman la discontinua biografía de Sherlock Holmes. Siempre he pensado que ésta es la mejor forma de abordar la vida de cualquier personaje, real o de ficción, muy similar al que adoptan las series televisivas actuales, donde el personaje central es desenfocado a voluntad durante sus aventuras y el espectador resuelve mentalmente el puzzle de su biografía.
Mr. Holmes (Bill Condon, 2015) hace justo lo contrario, seguramente para intentar centrar la atención en la magnífica recreación de Ian McKellen (aunque pueda parecer una prolongación de su Gandalf, el tempo que marca es hipnótico), con tramas que parecen menores y que son sólo un marco: el caso de la armonicista de cristal, Ann Keller (curiosa mezcla de los nombres de Anne Sullivan y Helen Keller), la búsqueda del pimentero japonés y el apacible retiro de Holmes en su villa en las inmediaciones de Cuckmere Haven. No es el último caso de Sherlock, ni un inédito, es la sencilla historia de un hombre que se enfrenta a la senilidad, para la que nadie está preparado, su némesis definitiva; la sociedad no supone ninguna ayuda y la familia, si todavía se conserva alguna, amorosamente planea su confinamiento. No me extraña que el público desprevenido la haya ignorado, sino criticado, por la osadía de enunciar en voz clara un problema irresoluto y que pocos quieren afrontar —salvedad de vendernos un plan de pensiones—. Es uno de los muchos ejemplos en los que la insensible publicidad hace fracasar un producto al venderlo como algo que no es.
A mi sólo me ha disgustado que la denodada lucha que ha afrontado en su viaje (espiritual y real), que da la auténtica dimensión del personaje, se haya visto empequeñecida desde la novela:
Había estado fuera casi dos meses, durante los cuales había atravesado la India en un tren militar, había navegado con la Armada Real hasta Australia y después había puesto pie, por fin, en las costas de un Japón ocupado tras la guerra. Para volver había tomado las mismas interminables rutas de la ida...
Mitch Cullin, Mr. Holmes, c.1

Armónica de cristal
No quiero dejar pasar la ocasión de señalar otra original (y cinéfila, sin duda) secuencia en que Holmes va a la proyección de una película sobre uno de sus casos, interpretada por Nicholas Rowe (el mismo que hiciera de él en la citada El secreto de la pirámide), que le exaspera. El protagonista un adulto muy alejado de aquel prometedor joven —y también como actor, me temo—. El disgusto por la distorsión de su persona no solo atañe a las formas de vestir, sus costumbres y manías, creadas por el autor —¿Doyle, Watson?— para vender historias, va más allá del simple reproche al amigo añorado, se prolonga hasta la realidad de un anciano que pierde rápidamente sus facultades y se convierte en un ser patético —en el sentido etimológico—.
Por si fuera poco, el autor, con cierta gracia, lo enfrenta al joven Roger, curioso lector y promesa de futuro, que no ha atesorado recuerdos de las historias "invisibles" que le relataba su padre, por que era demasiado pequeño y no había desarrollado aún la capacidad de evocar.
Ambos personajes, niño y anciano, forjarán un vínculo amistoso que no es nada extraño, tanto en la literatura y el cine, como en la vida real. Se ve favorecido además por su condición de huérfanos, no sólo de algún ser muy cercano, también de recuerdos esenciales. Quizás los ancianos se vuelvan como niños o traten de compensar lo que no supieron dar a sus hijos, quizás los nietos tengan la capacidad de ver a sus abuelos sin taras o éstos sean los únicos que les dedican tiempo. En este caso, su curiosidad por todo y la afición por las abejas les hará inseparables. 
En la escena seleccionada la narración se anticipa a la imagen, como si la palabra sirviera para despertar el recuerdo perezoso y arrastrarnos al escenario siguiente, haciendo que el ritmo sea ciertamente agónico.

Colofón: Escribir un blog a modo de diario estimula la búsqueda y guarda de los preciados recuerdos que tejen las historias. La memoria es mi amiga y mi mortal enemiga.

[A mi padre]

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La pimienta de Sichuan es un polvo resultante de la molienda de los frutos del pimentero japonés. Pese a su nombre, no tiene otra relación con la pimienta que su sabor picante. Es de la familia de los cítricos y Sichuan, una región de China. Wikipedia

La jalea real es una sustancia segregada por unas glándulas de la cabeza de las abejas obreras jóvenes, que sirve de alimento a todas las larvas durante los primeros tres días de su vida. La abeja reina y las larvas que darán lugar a nuevas reinas reciben siempre jalea real como alimento. Es una sustancia neuroquímica potente, como se dice en la película, pero no tiene mucho de jalea, a diferencia del concentrado de miel, agua y polen que reciben las obreras. Wikipedia

La armónica de cristal es un instrumento musical inventado por Benjamin Franklin en 1762 basado en la automatización del tañido del juego de copas musicales. En algunos lugares estuvo prohibida por considerar que provocaba cáncer a quienes la tocaban. Hoy se sabe del peligro de intoxicación por plomo en la manipulación de cristales y pinturas realizadas con métodos antiguos (caso de Goya y Caravaggio). No tiene ninguna relación con las armónicas, que son instrumentos de viento. Wikipedia

Hellen Keller, escritora y oradora sordociega sufrió un proceso de criptomnesia (fenómeno por el cual se produce una alteración de la memoria en evocar un recuerdo y no reconocerlo como tal, de manera que la idea parece nueva) o al menos esa fue su defensa en la acusación de plagio de una obra de la escritora de cuentos Margaret Canby. Keller es reconocida por su ejemplo de superación más que por sus obras, de carácter político activista. Wikipedia

Cerca de Cuckmere Haven se encuentran las Siete Hermanas (Seven Sisters), acantilados, que se ven en la película, permanentemente expuestos a la erosión del viento y el mar y que por ello conservan su característico color blanco. A menudo son confundidos con las famosas Rocas Blancas de Dover, que al estar más protegidas por su puerto están más cubiertas de vegetación. Como curiosidad, son uno de los fondos de pantalla incluidos en Windows 7. Wikipedia

Y, por supuesto, las avispas, que también son himenópteros, como las abejas y las hormigas, nos deberían gustar más. Son parasitoides, es decir, ponen huevos en sus anfitriones, la mayoría son insectos plaga, controlando de forma natural su número sin afectar a los cultivos. El Alien (Ridley Scott, 1979) de los insectos. Avispapedia

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