domingo, 19 de mayo de 2019

₰29 El rey Pelasgo

Tantas idas
y venidas,
tantas vueltas
y revueltas
(quiero, amiga,
que me diga),
¿son de alguna utilidad?
Tomas DE IRIARTE. Fábula de La ardilla y el caballo
Tomo prestado el siguiente acertijo y le añado una coda:

El rey de las ardillas entrena a las tres candidatas a sucederle, a saber, roja, negra y gris, escondiendo una bellota dorada bajo una casilla de un tablero de 6x6 que deben averiguar. Para ello entrega una tarjeta a cada una (que no deben revelar, so pena de castigo) en que está escrito un número del 0 al 9, diferente para cada una. El dígito representa las casillas que distan entre las que ocupan al inicio y la que oculta el tesoro siguiendo un recorrido de movimientos horizontales y verticales, no estando permitido usar diagonales, y siempre dentro del tablero (por ejemplo, si la bellota estuviera bajo la casilla de la ardilla negra su tarjeta pondría 0, la de la gris 4 y la de la roja 5).


En la ocasión que ilustra la imagen, el monarca les preguntó, como siempre: ­—¿Ya sabéis dónde está la bellota dorada?­— Y las tres ardillas contestaron: —¡No!— Al unísono. Un instante después la ardilla roja exclamó: —¡Un momento! Sí, ahora ya se donde está.

Evidentemente, en ese momento las otras también supieron dónde se encontraba la bellota. ¿Y tú?

CODA: Si hubiera pasado sólo un poco más de tiempo sin que la roja hubiera cambiado su respuesta, la gris, dotada, además de gran inteligencia, de una vista extraordinaria (en realidad todas se habían percatado de que el rey no había dispuesto ninguna tarjeta con el 6 o el 9, para evitar confusiones), también habría replicado: ­—¡Un momento! Sí, ahora ya se donde está.

Evidentemente, las otras todavía no sabrían dónde situar la bellota. ¡Ni yo! Mi vista ya no es lo que era.



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