viernes, 21 de octubre de 2016

§81 Comorbilidad escocesa

2nd Witch:
"Eye of newt, and toe of frog,
Wool of bat, and tongue of dog,
Adder's fork, and blind-worm's sting,
Lizard's leg, and howlet's wing,—
For a charm of powerful trouble,
Like a hell-broth boil and bubble."
W. Shakespeare, Macbeth IV, I, 14-15
Estos versos que componen el hechizo (quizás) más popular de la historia son (al parecer) un fragmento auténtico de un conjuro de brujas. Y su inserción en la tragedia de Shakespeare es lo que ha venido justificando la suerte de maldiciones que pesan sobre la obra y que afectan tanto al que osa representarla como al que la cita. Aunque hay quien, a sabiendas de la inclinación supersticiosa imperante en el mundillo de los artistas, sugiera que suele representarse más que otras obras del inglés, además de por su calidad, por la sencillez de su montaje y de ahí que los medios puestos y la seguridad de la escenificación no cumplan siempre con los mínimos.
Estos versos fueron adaptados para una escena de Harry Potter y el prisionero de Azkaban (Alfonso Cuarón, 2004), que está en las antípodas de la monserga que el espectro, como un viejo rockero, obsequia a los capitanes en Trono de Sangre (Akira Kurosawa, 1957). El espíritu unifica (su voz también es una superposición) la tríada de brujas (witch) de la obra inglesa. En realidad el bardo las llamó en más ocasiones —seis por una, aunque el recuento no es mío— con el vocablo para fata (weird), reconociéndolas como las parcas o moiras grecorromanas: Cloto (la que mueve la rueca), Lachesis y Atropos.


La universalidad de Macbeth como misterio se relaciona con dos ideas que potencian su halo de mal fario —adoro esta expresión cruce de maleficium y nefarium, crimen nefando—. Por un lado, la natural ambición desmedida del hombre, que le arrastra indefectiblemente hacia un final trágico. Y, por otro, la intervención habitualmente maléfica de los espíritus, sobre todo a través de (y por) el conocimiento de materias vetadas al hombre.
Encuentro oportuno añadir un elemento más para formar una tríada, que relaciona a los anteriores con un hilo, una forma de determinismo que, sin invalidar totalmente el libre albedrío, ajusta las condiciones para que pueda seguir produciéndose una determinada línea del futuro. Yo lo veo como el futuro mordisqueando al presente.

Escena de Trono de Sangre [Solo visible en España y Andorra]

Trailer 

Hace unas décadas, el físico israelí Yakir Aharonov formuló la hipótesis de causalidad en reversa para explicar varios fenómenos de la mecánica cuántica que superan toda lógica basada en la observación. Pese a que sus matemáticas eran impecables, lo extraño y contraintuitivo de su razonamiento hicieron que la mayoría de sus coetáneos desestimaran sus teorías.
La ciencia clásica estaba convencida que las leyes de la física podían ser usadas para determinar el futuro de todo el universo y cada objeto dentro de él. Que teniendo la suficiente información se podría llegar a saber el estado que tomaría cada partícula, persona o planeta.
Sin embargo, la formulación de la mecánica cuántica y el principio de incertidumbre demostraron la imposibilidad de conocer todas las propiedades de una misma partícula en cada momento y que cuanto más precisamente se determinaba un aspecto, menos se obtenía en la medición de otro. Por ello, a escala cuántica, las partículas pueden existir en más de un lugar en el mismo momento (ubicuidad que acaba cuando alguien intenta observarla). Esto es lo que se ha llamado superposición y constituye uno de los misterios centrales de la física actual.
Aharanov sostenía que no se puede percibir toda la información que regula el comportamiento de la materia porque no existe sólo en el pasado, sino que también procede del futuro.
La idea es que las estelas de las mediciones realizadas en el futuro regresan al presente para recombinarse con el pasado, como las de dos barcos que fluyen en direcciones opuestas.
Según esto Dios juega a los dados con el universo precisamente para poder crear una incertidumbre, una especie de distracción, a través de la cual poder ejercer su influencia en el presente, sin que jamás pueda ser sorprendido. Fuente
Así, las predicciones que se le revelan a Washizu-Macbeth en la encrucijada del bosque de las telarañas parecen anticipar sus actos. La intervención sobrenatural abunda en cómo los demonios acechan al hombre, quien toma sus decisiones siguiendo la información que tiene. Por ello en el momento de la revelación se muestra aún incrédulo y cuando tiene la confirmación con el mandato de la Mansión del Norte ya cree posible que se cumplan todos los augurios. Pero todavía será necesaria la intervención decidida de su esposa para que ejecute las maniobras que piensa le asegurarán el resultado.
Una lectura menos dirigida propondría que la simple insinuación al magnicidio hubiera sido suficiente desencadenante, incluso que esa idea estaba ya profundamente arraigada en él (el espectro lo afirma, aunque de forma genérica) y su esposa. Pero esto no hubiera por si solo llevado al cumplimiento de la tercera profecía, la que dice que el hijo del capitán Miki-Banquo llegará también a ser el señor del Castillo de las telarañas.
A este respecto, la obra de Shakespeare toma como fuente las crónicas de Raphael Holinshead, de quien extrajo también los argumentos de otras de sus obras históricas. Y éste, a su vez, parte de la Historia Gentis Scotorum de Hector Boece, de 1527, quien la adaptó para agasajar a su mecenas, el rey Jacobo V, supuesto descendiente de Banquo.
Por ello presumo que el porvenir de Boece dependía de retrotraer los detalles necesarios para que se consumara la historia en forma de maldición. Sin él, Macbeth bien podría haberse mantenido fiel a su rey y tener una generosa progenie. Pero entonces no tendríamos drama shakespereano, ni película de Kurosawa. Tal es el poder cuántico de la literatura. Y por ende, del cine.

P.S.: Sin unos ojos recorriendo estas líneas, no existiría mi entrada. Y, sin ella, Boece se perdería en el mar de datos y los Macbeth no representarían un cuadro ejemplar de comorbilidad mental: ella con su trastorno obsesivo compulsivo (TOC) de lavarse las manos de una sangre persistente y de esquizofrenia en él, en su oir voces y con visiones que le dejan al borde de la parálisis.

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Un brujo o una bruja es una persona que practica la brujería. Si bien la imagen típica varía según la cultura, en Occidente se asocia con una mujer con capacidades mágicas, con el Aquelarre (lugar de brujas) y con la caza de brujas (búsqueda, identificación y purga). Al brujo se le asocia con el vidente o con el clarividente, unos con el chamán (especialista de la comunicación con las potencias de la naturaleza y con los difuntos) y otros con el brujo de tribu, más orientado a la curación de enfermos del cuerpo y del alma. La bruja es un personaje recurrente de la imaginación contemporánea, que perdura y se afirma gracias a los cuentos, las novelas, las películas, así como a través de ciertas fiestas populares y de sus especiales máscaras.
En latín, las brujas eran llamadas maleficae (singular malefica), término que se utilizó en Europa durante toda la Edad Media y gran parte de la Edad Moderna. Hay términos aproximadamente equivalentes en otras lenguas europeas.
La palabra española «bruja» es de etimología dudosa, posiblemente prerromana —¿ibérica?—. La primera aparición documentada de la palabra, en su forma bruxa, data de finales del siglo XIII. En 1396 se encuentra la palabra broxa, en aragonés, en las Ordinaciones y paramientos de Barbastro. En el País Vasco y en Navarra se utilizó también el término sorgin  y en Galicia, la voz meiga.

Trois femmes et trois loups, acuarela de Eugène Grasset, hacia 1900. Acuarela mostrando tres brujas vestidas de blanco, cabalgando en sus escobas y volando en medio de troncos rojos, al pie de los cuales se encuentran tres lobos negros.
El antropólogo español Julio Caro Baroja propone diferenciar entre «brujas» y «hechiceras». Las primeras habrían desarrollado su actividad en el entorno rural y habrían sido las principales víctimas de la caza de brujas en los años 1450 a 1750. En cambio, las hechiceras, conocidas desde la antigüedad clásica, habrían actuado en la ciudad. Como ejemplo de las primeras Caro Baroja pone a la sorgina de la brujería vasca, y de las segundas al personaje de La Celestina de Fernando de Rojas. De esta última dice que, aunque el autor "dibujó su espléndido personaje tomando elementos de la literatura latina, de Ovidio, de Horacio, etc." sus rasgos coinciden "con los que aparecen enumerados en los procesos levantados a las hechiceras castellanas por los tribunales inquisitoriales".
Celestina, dice Carmelo Lisón, vive "rodeada de ponzoñosos ungüentos y de fórmulas mágicas cuyo poder residía en la fuerza del lenguaje" pero "puede además disparar el terrible dardo del maleficio, opera con poderes nocturnos, conjura y obliga al mismísimo Satán".
Yo, Celestina, tu más conocida cliéntula, te conjuro por la virtud é fuerça destas vermejas letras; por la sangre de aquella nocturna aue con que están escriptas; por la grauedad de aquestos nombres e signos, que en este papel se contienen; por la áspera ponçoña de las bíuoras, de que este azeyte fué hecho, con el cual vnto este hilado: vengas sin tardança á obedescer mi voluntad...
Si no lo hazes con presto movimiento, ternásme por capital enemiga; heriré con luz tus cárceles tristes é escuras; acusaré cruelmente tus continuas mentiras; apremiaré con mis ásperas palabras tu horrible nombre. E otra é otra vez te conjuro. E assí confiando en mi mucho poder, me parto para allá con mi hilado, donde creo te lleuo ya embuelto
Fuente Wikipedia

2 comentarios:

  1. La introducción de la retrocausalidad para explicar el determinismo shakesperiano aporta frescura a un tema que pensaba ya abordado desde todos los ángulos posibles. Tan cerca de la noche de brujas, no me atrevería a decir además que no creo en ellas, no porque tema que por ello desaparezan cual oscura versión de Peter Pan, ni porque habite en el pandemonium de John Milton, pero a ciertas horas de la noche juro que me ha parecido ver la sombra de la Celestina..

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    1. ... y creo que danzaba al son de la vela en un Aquelarre con otras siluetas reconocibles y algunos fantasmas no muy lejanos. ¿A que da repelús?
      Gracias por tus comentarios y por ser tan certeros.

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